La novia de Puerto Colombia tiene libro
En
estos días, se ha publicado una obra que llama la atención del país. Se trata
de La novia, historia que aborda un
tema paranormal, que es conocido en Barranquilla y en la carretera de Puerto
Colombia. La verdad es que parece que esta mujer de la noche vestida de
matrimonio, también le salió a los lectores.
Para
el autor Juan Carlos Herrera, escribir esta historia no ha sido un reto, a
pesar de lo complicado del tema. «La mujer enamora, y por eso es fácil describirla»,
dice con sinceridad. Su sueño se hizo realidad, ya que buscándola borracho alguna
madrugada en la camino quiso conocerla, y sólo pudo hacerlo bien en las páginas
de la novela. Desde joven siempre sintió curiosidad por la leyenda, y ante todo
por esta mujer demasiado bella que tenía el poder sobrenatural de enamorar a
los hombres que nunca la habían visto, y que tan sólo habían escuchado algo minúsculo
sobre ella.
La
alegra de sobremanera que la novela esté disponible en las librerías. Según él,
aunque no lo ve, por primera vez se siente leído todo el tiempo por alguien.
Se
la ha enviado a la prensa y a los críticos, no tanto para que sucumban ante la
magia de la prosa sino de la belleza de la fascinante mujer.
Otro
de sus intenciones en esta promoción, es ir a Puerto Colombia, Atlántico, al
parque del antiguo ferrocarril donde se reúnen los choferes de buses
interurbanos que la han visto y que no la han visto, y obsequiarle a cada uno
un ejemplar del libro. Con eso quiere dejar en claro que la novia también le
salió a él, pero esta vez en la pantalla del computador. «Y mejor que
cualquiera de mis otros personajes anteriores», como dice. En cualquier
momento, dice, llegará a este pueblo porteño para decirles a los moradores que
aunque gran parte del muelle histórico hace rato se desmoronó en el mar,
gracias a lo que él escribió lo ha vuelto a poner en los ojos del mundo.
Es
que para Herrera, sucede algo fantástico. A pesar de que gran parte de la
novela transcurre en Barranquilla, todo siempre apunta al vecino pueblo de
Puerto Colombia.
«Siento
que por fin he aparecido como escritor», dice.
Nació
un 8 de junio de 1979 en Riohacha, La Guajira, al norte de Colombia. Desde que
estaba niño, veía a su padre Carlos Herrera Fernández -que era periodista y
escritor magdalenense- estar durante horas frente a una máquina de escribir,
haciendo ruido con el teclado, cuando la verdad es que la lectura que fabricaba
era sólo un homenaje universal al silencio.
Su
madre Mariluz Movil siempre ha sido su gran inspiración. «Hacía la mejor
cerámica del mundo», recuerda. A él a los cinco años le gustaba tanto la vida,
que la pintaba. Antes de saber que algún día sería escritor en ese arenoso desierto,
en la adolescencia escuchó a ella el cuento que más lo asombró en la vida. Se
trataba nada más y nada menos que el de la dama vestida de blanco, narración tan
popular en Hispanoamérica, que finaliza cuando la madre de la muchacha y el
hombre que la ama desde la noche anterior en que la conoció en una fiesta, encuentran
la chaqueta de él en su tumba.
Entonces
su vida dio un giro de ciento ochenta grados: a los quince años decide ser
escritor.
En
esos primero días, en la máquina de su padre en la población de Ciénaga, Magdalena,
sintió que tenía frente a sí más teclado que ideas. Pero más adelante, fue
descubriendo que muchas de las cosas que algún día lejano iba a contar, ya
habían pasado antes de que creciera él.
En
Barranquilla, se dio cuenta de que estaba en un lugar donde alguna vez, en los
años cincuenta del siglo XX, había vivido el mejor escritor del mundo. Se puso por
esa razón a leer más a García Márquez, de una forma tan desaforada, que lo
creyó conocer mejor que a los nuevos vecinos. «La vida no me llegaba por la
ventana», afirma, «sino por las grandes novelas.» De tanto sacar los clásicos
de la biblioteca casera, se olvidó del balón, y de ser el gran sucesor de Carlos
'El Pibe' Valderrama. Así feliz en el encierro, leyó a Shakespeare, a Dumas. Desde
entonces, emprendió sin detenerse la carrera de novelista.
Eso
le ha costado vivir casi una vida entera.
En
ese largo recorrido, ha tenido tiempo de nombrarse a sí mismo Juan Carlos
Herrera “El Escritor del Muelle”. La razón es que piensa que por las tardes, a orilla
de la playa y al lado izquierdo de un muelle, se ve mejor el mar Caribe. Por
eso, tal como realizó casi con el libro de cuentos Lo que hizo un colombiano por una visa pero afianzó con la novela La bella mujer del narco, sólo relata
historias extraordinarias que suceden alrededor de él.
Una
de esas es la novia de Puerto Colombia, leyenda urbana que escuchó por boca de
un amigo recién llegado a vivir en Barranquilla. Nunca pensó que algún día iba
escribir sobre esa mujer que en la noche se les aparecía vestida de matrimonio
a los conductores solitarios, algunos de los cuales perdieron de inmediato
fatalmente la vida, aunque sí sentía que entre más pasaban los años, más se iba
acercando estrepitosamente como en los rieles de un tren a la imagen de ella.
No
fue sino hasta que hace dos años leyó en Bogotá por un blog de Internet cierta
crónica con base real, sobre una mujer llamada Blanca Rosa Vilar Villamizar que
murió en Barranquilla en febrero de 1983 al día siguiente de haberse casado con
un descendiente del Líbano, tal como registró el periódico El Heraldo en su momento, que sintió que había llegado el momento
de escribirla. Sólo que aquí, donde sin ninguna razón se creía que posiblemente
podía ser el verdadero origen de la novia de Puerto Colombia, y de saber él que
también era relacionada por la labia popular con la dama vestida de blanco, le
agregó la ficción deseada y les cambió los nombres a los personajes. «Para
evitar demandas», aclara.
De
manera que estando tan lejos de la Costa Caribe, fue viendo la novela con cara
propia. Fue a buena hora, porque ya sentía que el tema había madurado tanto en
su mente que cuando se sentaba por alguna cosa ante el computador, se le salía sola
y a pedazos por los dedos. Temiendo que la inspiración se le escapara por siempre,
no le tocó más remedio que sentarse con urgencia a redactarla entera, antes de
que el caprichoso fantasma viajara lejos por el espacio y despertara del sueño
a cualquier otro escritor. Tiene la seguridad de que fue el instante adecuado,
porque de lo contrario no le hubiera gustado, desde el primer borrador, cómo
quedó retratada la historia.
En
realidad, siente en el fondo que pasó algo importante. En estos momentos la
novia dejó de salir en las noches a un lado de la vía a Puerto Colombia, para
aparecer más hermosa en todo el mundo.